Hay un SERDO entre nosotros
Llevo casi dos meses trabajando puntualmente en una empresa de algún lugar de Toledo. Todo va bien pero hay algo que me tiene bastante cabreado: entre el conjunto de trabajadores con los que me muevo se oculta uno que es un auténtico asqueroso.
Os pongo en situación. Resulta que cada vez que uno siente la llamada de la naturaleza y va a visitar a Roca se encuentra con una nueva "obra de arte" del tío gorrino. Sé que es uno sólo porque me niego a pensar que haya más gente antihigiénica en tan poca muestra de población, unas 30 personas. Debe ser un 1%, pero qué 1% más hijoputa.
Llego un día al cuarto de baño y me encuentro con la primera, la más light: la meada. No me gusta utilizar los urinarios porque siempre te acabas salpicando, en realidad son una mierda de invento y ni siquiera se pueden aplicar a las mujeres ni con modificaciones, pero bueno, al grano, me meto en uno de los retretes y compruebo que el anterior visitante se ha herniado de repente y no ha podido estirar de la cadena. Qué guay. Todos meamos, hay que asumirlo, a nadie nos debería sorprender ver un charco de agüita amarilla pero, ¿es necesario en realidad? La cadena está para algo, creo yo. En fin, lo dejé pasar aquel día porque no pensaba que la cosa fuera a pasar de ahí.
Al cabo de los días me encuentro con la segunda, un poco peor: la meada fuera de tiesto. Supongo que al tío la hernia se le ha puesto peor y no se puede agachar dado que el muy puerco si ni siquiera se ha molestado en levantar el asiento reposaculos. El problema no es que no lo haya levantado, el puto problema es que ¡¡lo ha dejado todo meado!! ¡Pero cómo se puede ser tan impresentable! ¡Qué cabrón! Una cosa es salpicar la taza cuando se mea, que a todos nos pasa y que se limpia con papel sencillamente, y otra muy distinta es mear el aro y esconder la mano, yéndose de rositas con una sonrisa en los labios. La primera pase, pero esta ya es para buscarlo y decirle cuatro cosas.
Pero eso no es todo, claro. Al amanecer del quito día se descubrió... ¡el pastel! No es que se desvelara su identidad, no, más bien se reveló otra cosa. Sí, señoras y señores, el pastel, el señor mojón, la plasta, la caca, la putamierda: vi que el muy despreciable se había dejado su jiñada expuesta para que la alabáramos en silencio y le diéramos el primer premio!!! Puto cabrón, ¿quién eres, eh? ¡¡Asoma la cabeza y dime quién eres, so cerdo!! Por supuesto no fue despiste, también había regado su tronco con caldito de su cuerpo, es decir, no es que la cadena no hubiera sido lo suficientemente caudalosa como para privarnos del regalo, allí estaba todo el kit de evacuación. ¡Vaya tela! Para vuestra información decir que no es que yo esté trabajando para una discoteca en sábado noche, estoy en una empresa seria con contables, comerciales, diseñadores gráficos, gerentes, etc, así que imaginaos qué lujo.
Pero el colmo ha ocurrido hoy. Lo de hoy no tiene nombre, no es que por su nivel escatológico supere a las anteriores, la verdad, pero es que esta sí que ha sido con mala sangre, sin miramientos y para demostrar que es el número uno de los puercazos: El gran marrano ha dejado pegado en la pared, a la altura de la cabeza del usuario del trono blanco, ¡¡¡un mocarro!!! ¡¡¡UN MOCO!!! Maldito cerdo, con dos cojones se ha metido el dedo en la napia, ha rascado, ha amasado, ha generado una bola verde, la ha revisado y ha decidido PEGARLA en la puta pared!!! Para que todos la veamos!!!! Atención, periodistas, ya podéis venir con las cámaras que el generoso compañero ya nos ha regalado otra sabrosa bolita. ¿Pero qué se ha creído este tío? ¿Por qué hace eso, se cree que son medallas? ¿Forma parte de un juego de rol o de un método Gronjold? ¡¡¡Hay que tener los huevos como platos!!! En la vida había visto algo tan rastrero, de verdad, ni los váteres en las noches de El Desván habían sido tan repugnantes, prefiero sus charcos propios de borracheras adolescentes antes que a un tío de 40 años que se dedica a pegar sus mucosidades en los servicios de su mismísimo puesto de trabajo. ¡Muy fuerte!
¿Cómo se puede ir tan de guarro por la vida? ¿Qué cuesta ser una persona limpia y respetuosa con los demás? ¿Qué clase de infancia ha tenido este elemento para hacer pagar al mundo sus miserias de una forma tan cutre y tan penosa?
Lo peor es que seguro que he trabajado con él mamo a mano y sin embargo su identidad sigue siendo un misterio para mí. Evidentemente me es imposible espiar la gente que entra y sale del baño así que igual me lo pienso y doy parte al jefe para que él toma cartas en el asunto.
Pensándolo fríamente... ¿y si es él?
¡¡¡AAAAARRRGGHHHH!!!
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