miércoles, marzo 07, 2007

El Abuelo Hijodeputa

¡Arggggh! ¡Maldita sea! ¡Ha vuelto a ocurrir!

Hola de nuevo. Una vez más necesito canalizar mi frustración ante la ruindad que de vez en cuando muestra el ser humano en las situaciones más inesperadas e inexplicables. En general todos vemos a la gente mayor como esos seres tiernos, cansados, sufridores y deseosos de mimos y caricias, ¿verdad? Desde nuestra más tierna infancia, en los mismos tebeos de Mortadelo y Filemón aparecían ancianitas dulces de moño en la cabeza que siempre caminaban débiles pero sonrientes, paseando solas, con sus nietos o pidiendo una ayudita para cruzar la acera, muy bonicas ellas. Los ancianos hombres casi siempre eran labriegos, de los de boina y fajín rojo que también caminaban tranquilos o intentaban cuidar algún huertecito apoyados en su viejo bastón, pilar básico de su estabilidad personal. La sociedad se ha encargado de hacernos entender que la gente mayor necesita respeto, comprensión, cariño y ayuda, ya que han pasado toda una vida de lucha y trabajo y es precisamente en el ocaso de sus años cuando merecen descansar y ser tratados como ellos trataron en su día a los demás. La Súper Abuela, el iaio de Filiprim, el abuelo de Heidi, las Chicas de Oro, Chanquete o hasta la abuela de la fabada, hay mil ejemplos de ancianos encantadores...

...¡PUES NO! Yo me he encontrado con la única clase de abuelo que hace que toda la bondad anterior estalle y caiga hecha trizas por los suelos. Yo me he topado coooooooonnnnnn... ¡¡¡EL ABUELO HIJODEPUUUUUUTAAAAAAAA!!!

Sí, el maldito abuelo hijodeputa que suele aparecer en escasas ocasiones pero que te acaba poniendo a parir de los nervios. Seamos realistas, en general el 99% de los abuelos son personas majísimas, ¿vale?, pero tienen un problema y todos lo sabéis: ¡No soportan hacer cola!

No mientas, sabes que tengo razón. ¿Cuántas veces has visto a abuelos y abuelas colándose descaradamente en los supermercados? ¿Nunca te ha empujado un abuelo en la cola del pan? ¿Nunca has sentido como una fuerza inexplicable te aparta de la fila del cine y al girarte descubres que proviene del bolso o del puto codo de esa mujer mayor que “estaba antes que tú!!” cuando en realidad tú llevabas 20 minutos y ella acaba de salir de casa? Es un hecho comprobado, a los ancianos *NO* les gusta esperar, y ¡ojo!, más vale que lo sepas de antemano porque no van a cortarse un pelo en hacértelo saber. ¡Bienvenido a la lucha!

Yo he experimentado muchos ejemplos, los arriba citados y muchos más: Colas en la Renfe para comprar el billete del tren, robo de asientos cuando habían libres más de la mitad, empujones a quemarropa para no dejarte pasar en los desfiles de las fiestas, no vaya a ser que les quites la primera fila o la silla, coladas bellacas en las tiendas de ropa, apropiación indebida de productos electrónicos cuando los estabas cogiendo con la mano y no quedaba más que una unidad, ruido de muletas para entrar primero que tú en el teatro (¡a pesar de tener entradas numeradas y media hora para el comienzo!) y hasta exigirme a mi como camarero que les sirviera primero que a nadie porque tenían prisa (¡estando ellos de veraneo y sin tener que ir a ninguna parte!).

Pues lo que me pasó el domingo todavía fue más ennervante y más desvergonzado. Os cuento. Estaba yo revisando mi coche porque el día anterior había cambiado las ruedas de lugar, estaban ya bastante gastadas en la parte delantera y casi nuevas en la parte de detrás. Las había cruzado unas con otras y vi que un par de ellas necesitaban ser hinchadas porque estaban flojas y no era plan de ir con el coche desnivelado tampoco. Tenía 30 minutos porque había quedado en recoger a mi pareja a la estación e ir a comprar 4 cosas para irnos a comer a la playa. 30 minutos, tiempo de sobra para ir a la gasolinera, poner aire e ir a la estación.

Empiezo mal porque al llegar veo que había una chica que terminaba de llegar a lo mismo que yo. Miro el reloj y veo que no pasa nada, total serán 3 o 4 minutos más. La chica no es muy experta en esto de hinchar ruedas, pero consigue terminar en 5 minutos. Detrás de ella estaba la máquina de las aspiradoras y un hombre utilizándolas, de forma que yo no pude esperar en línea con la chica, sino en una pequeña pared al otro lado cruzando el camino central por donde se accedía a los autolavados, que estaban más adelante. Es decir, había un camino central que conectaba la gasolinera con los autolavados, en un lado de ese camino estaba la máquina del aire y las aspiradoras, y al otro lado un arcén de descanso/cola para esperar el turno a dichas máquinas. Pues ahí estaba yo.

En un momento veo que la chica termina y que sube al coche para salir. Yo enciendo el motor, le hago un gesto, la chica me confirma que puedo pasar, pongo el intermitente e inicio el movimiento. PEEEEERO, cuál es mi sorpresa cuando veo que aparece de la nada por el camino un abuelo cabrón que se para A MI LADO cortándome el paso a esperar que la joven saliera con su coche. Yo le toco brevemente el claxon porque me huele que me quiere quitar el turno, pero el tío hijoputa ni siquiera hace el gesto de mirarme. Cuando pasa eso ya sabes que te la van a meter doblada y, en efecto, el muy caradura, me la metió. El hombre empieza a doblar su volante a lo que yo respondo, totalmente alucinado, tocando el claxon ya de forma permanente: MEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEC. El muy cabronazo sin girar su sucio careto me levanta la mano con desgana como diciendo “no me agobies, ¡idiota!, estaba yo antes”... ¡¡¡¡Y SE PLANTA EN LA MAQUINA DEL AIRE QUITANDOME EL SITIOOOOOOOO!!!! ¡¡Pero será mamón!! ¡¡¡Con dos cojones, delante de mis narices!!! Hasta la chica del otro coche se le quedó mirando flipada y me dijo “¿Has visto? ¡Con todo el morro!”.

Le seguí pitando un rato y cuando vi que el tío no iba a inmutarse le grité lo mal educado que era y la cara dura que tenía. ¿Vosotros creéis que el tío me dijo algo? El muy jeta aguantó estoicamente sin mirarme como si yo no estuviera allí, tardó 7 u 8 minutos en acabar, aguantando mis miradas asesinas y luego, mientras le recordaba lo simpático que había sido, subió al coche y se fue tranquilamente. Sin más.

Le tengo mucho respeto a la tercera edad y además soy una persona anti violencia pero os juro que las ganas que me entraron de hacer justicia a lo Charles Bronson de poco me hicieron perder los papeles.

Así que ya veis, el abuelo tenía tanta prisa que prefirió robar el turno desvergonzadamente antes que esperar como todo el mundo 5 míseros minutos. Esta es la clase de gentuza que a uno le amarga el día, el 1% de míseros que crean la mala fama que las buenas personas se acaban tragando. ¿Realmente vale la pena?

En fin, no quiero irme sin antes decir que espero que Earl tenga razón y que el Karma se encargue de ajustar las cuentas a cada uno. Por el momento si alguno veis acercarse un Citroen Xsara Picasso, monovolúmen, de color gris, conducido por un abuelo con cara de despistado, no os dejéis engañar y estar preparados: os la va a clavar.

PD: Ah, por cierto, tampoco quería despedirme sin decir que la matrícula es: 8651-FP_, donde el guión final es una P. Mmmwwwwuuuaaaaaaaaaahahahahahahahahahaaaaaaa. ¿Creías que te ibas a ir de rositas, abuelo hijodeputa? ¡¡¡Pues no!!!